viernes, 25 de noviembre de 2022
jueves, 17 de noviembre de 2022
Mi reino no es de este mundo
El reino de Dios
20 de noviembre 2022
La fiesta que se celebra este domingo es el final del ciclo litúrgico. Y, para darle más importancia, se hace con la proclamación de Jesús como Rey del Universo.
Quizás, en la experiencia de los pueblos, la figura que dirigía y dominaba a todos aparecía como el que podía estar más cerca de Dios. Incluso se admitía que mandaba en nombre de Él... porque Dios lo había elegido.
Luego la realidad, en muchísimas ocasiones, era bien diferente. A pesar de ello, pareció bien a la Iglesia proclamarlo Rey del Universo. Algo que, leyendo el evangelio resulta bastante difícil de encajar.
Fray Marcos nos ofrece un comentario que nos ayuda a revisar nuestra manera de ver y contemplar a Jesús: -"Con el evangelio en la mano, ¿podemos seguir hablando de “Jesús rey del universo”? Un Jesús que luchó contra toda clase de poder; que rechazó como tentación la oferta de poseer todos los reinos del mundo. Un Jesús que dijo: Si no os hacéis como niños no entraréis en el Reino de Dios. Un Jesús que invitó a sus seguidores a no someterse a nadie. Un Jesús que dijo que no venía a ser servido, sino a servir. Un Jesús que dijo a los Zebedeo: “El que quiera ser grande que sea el servidor, y el que quiera ser primero que sea el último. Un Jesús que, cuando querían hacerlo rey, se escabulló y se marchó a la montaña. Podíamos hacer más referencias, pero creo que está claro lo que quiero decir."
Así es. La invitación que nos hace el evangelio, la que llenaba el pensamiento, la vida y el estilo de Jesús, es la invitación a convertirse, a cambiar de vida, para entrar en el Reino de Dios, es decir empezar a vivir una vida al estilo de Dios que es ternura y compasión, que es (como escribe San Juan) amor. Ése es el único reinado que encontraremos en el evangelio. Y para entrar en él sólo hay un camino: el amor a los hermanos. No es la riqueza, las grandes manifestaciones, las ceremonias y grandes galas. Tampoco lo es el poder, el dominio, la prepotencia, el colocarse por encima de los demás...
Acabo de leer un comentario que nos ofrece hoy José Antonio Pagola: -"El crucifijo está desapareciendo de nuestros hogares e instituciones, pero los crucificados siguen ahí. Los podemos ver todos los días en cualquier telediario. Hemos de aprender a venerar al Crucificado no en un pequeño crucifijo, sino en las víctimas inocentes del hambre y de las guerras, en las mujeres asesinadas por sus parejas, en los que se ahogan al hundirse sus pateras."
El domingo pasado nos lo comentaba el sacerdote en la eucaristía: Tenemos que aprender a ver y descubrir al pobre. No basta con darle unas monedas. Muchas veces lo que más necesita es sentirse y que lo sintamos como persona. Quién es, de dónde viene, qué necesita... Acercarnos a él (como el buen samaritano que se hizo prójimo del que había caído en manos de los bandidos...)
Ése fue y debe ser el estilo de los seguidores de Jesús de Nazaret. Reino de Amor... Da igual cómo lo llamemos (reino o república o pueblo o barrio).
"Mi reino no es de este mundo". Y viendo cómo actuamos los hombres (nuestros reinos, nuestros enfrentamientos, nuestras guerras...) tenemos que afirmar con total seguridad que el reino de Dios no se consigue con esos medios.
Que venga a nosotros tu Reino... Que pongamos todo nuestro esfuerzo en vivir de tal manera que Dios se haga presente en nosotros, en nuestras casas, en nuestros barrios, en nuestros pueblos. Amén
Texto del evangelio de LUCAS 23, 35-43
viernes, 11 de noviembre de 2022
No tengáis pánico
Haced el propósito de no preocuparos de vuestra defensa
13 de noviembre 2022
El texto del evangelio de Lucas que escuchamos / leemos este domingo nos ofrece un lenguaje extraño, un lenguaje que llaman apocalíptico. Como del final de los tiempos o del mundo.
De todos modos no es de extrañar. El texto de Lucas terminó de redactarse a finales del siglo primero y para entonces ya el ejército romano había destruido el Templo de Jerusalén. Cosa que para cualquier judío significaba el fin de todo.
Hoy en día es un texto que casi no nos dice nada; aunque si lo leemos atentamente podemos encontrar resonancias en nuestra vida, en el quehacer de de todos los días.
Unas veces es la salud que crea en nosotros inquietud y temor. Otras veces es la economía... Las cosas andan mal, todo está cada vez más caro. Los salarios no suben y para muchas familias crecen las preocupaciones y las necesidades...
Como comenta un autor conocido: "El día a día de muchas personas se está llenando de presiones y necesidades impuestas por el sistema... Esto está provocando que las personas se sientan cada vez menos satisfechas con la vida que llevan y con la sociedad y causa más y más estragos y una vida llena de insatisfacciones..."
Sentimos que la religión nos da respuestas espirituales que nos parecen alejadas de nuestra realidad. Nuestro entorno, un tiempo tan religioso y practicante, se ha vuelto indiferente y ya no tiene en cuenta lo que predica la Iglesia.
Ante este panorama no cesan de surgir preguntas e interrogantes dentro de la comunidad cristiana: ¿Qué va a pasar? ¿Es el fin de la Iglesia? ¿Qué tenemos que hacer?
Dentro de nuestra comunidad cristiana también buscamos respuesta a tantas preguntas e interrogantes. Reflexionamos y escuchamos a los que, hoy en día, pueden guiarnos.
La primera anotación que nos puede ayudar lo tomo del comentario que nos ofrece Fray Marcos: "Nuestra contingencia es consecuencia de nuestra condición de criaturas. El dolor, el pecado, la muerte no son fallos, sino que pertenecen a nuestra misma naturaleza. La salvación no consistirá en que Dios nos libre de esas limitaciones, sino en darse cuenta de que Él está siempre en nosotros, y todo hombre puede alcanzar plenitud de ser, a pesar de ellas. Es un error pensar que podré alcanzar plenitud cuando las cosas cambien. Si me quitan unas limitaciones, aparecerán otras. Debemos tomar conciencia de mi plenitud de humanidad es posible aquí y ahora."
Me parece sumamente importante el acoger, asumir y aceptar que esa plenitud del ser (de cada uno de nosotros) esté en el don mismo de Dios. Y esa plenitud lo será también para nuestra comunidad, para la Iglesia. Con nuestro dolor, el pecado y la misma muerte. Y mi vida, al igual que la vida de la comunidad, experimentará la salvación en la medida que se deje poseer por ese don de Dios.
Una segunda anotación que puede significar un cambio radical en nuestra actitud y estilo de vida: (Sigue el comentario de Fray Marcos)
"Lo esencial del mensaje de hoy está en la importancia del momento presente frente a los miedos por un pasado catastrófico o las especulaciones sobre el futuro. Aquí y ahora puedo descubrir mi plenitud. Aquí y ahora puedo tocar la eternidad. Hoy mismo puedo detener el tiempo y llegar a lo absoluto. En un instante puedo vivir la totalidad, no solo de mi ser individual, sino la TOTALIDAD de lo que ha existido, existe y existirá."
Dos palabras que el evangelio pone en boca de Jesús:
"No tengáis pánico". "Haced el propósito de no preocuparos de vuestra defensa"...
Que sea ése nuestro pensamiento y nuestra manera de hacer y de vivir.
Texto del evangelio de LUCAS 21, 5-19
jueves, 3 de noviembre de 2022
Pensando en el más allá
Para Dios todos están vivos
6 de noviembre 2022
El texto del evangelio de Lucas que escuchamos/leemos este domingo próximo nos acerca a un tema que debía ser tema de discusión entre la gente del tiempo de Jesús.
Los saduceos, gente que vivía bien, no creían en eso que opinaban los fariseos y otras gentes sobre la "resurrección", la otra vida... Y le plantean una caso curioso, irreal y de difícil solución. Aquello de si un hombre se casa con una mujer y, al morir éste, la mujer se casa con otro hermano y luego con el siguiente, etc... En la otra vida ¿de quién sería la mujer...?
Nosotros no discutimos esas cosas, pero seguro que en más de una ocasión le hemos dado vueltas a eso del más allá, de la otra vida. Y, aparte de lo que opinan ciertos grupos, pensamientos y religiones en las que se habla de la reencarnación, en general, nos quedamos como a dos velas (como se suele decir).
El día 2 de noviembre celebramos el Día de los Difuntos. Es un día para celebrar, para recordar, para rezar, para llevar flores a los cementerios... Todo eso y para, por lo menos en un momento dado, pensar un poco en nuestro más o menos lejano-próximo futuro.
José Antonio Pagola nos ofrece este comentario: -"Jesús critica su visión de la resurrección: es ridículo pensar que la vida definitiva junto a Dios vaya a consistir en reproducir y prolongar la situación de esta vida, y en concreto de esas estructuras patriarcales de las que se benefician los varones ricos. La fe de Jesús en la otra vida no consiste en algo tan irrisorio: «El Dios de Abrahán, de Isaac y de Jacob no es un Dios de muertos, sino de vivos». Jesús no puede ni imaginarse que a Dios se le vayan muriendo sus hijos; Dios no vive por toda la eternidad rodeado de muertos. Tampoco puede imaginar que la vida junto a Dios consista en perpetuar las desigualdades, injusticias y abusos de este mundo."
Quiero reflexionar y hacer mío el comentario que nos ofrece Fray Marcos sobre el evangelio de hoy: -"Puede parecernos ridículo el planteamiento de los saduceos, pero la inmensa mayoría de los cristianos hoy siguen pensado en un más allá con unos ojos que les permitirán ver a sus seres queridos, con unos brazos que les permitirán abrazarlos y con una lengua que les permitirá comunicarse con ellos. Esto es tan ridículo como la propuesta saducea."
Una aclaración importante (Fray Marcos): -"Los semitas, no conocen un alma sin cuerpo, no podían imaginar un ser humano sin cuerpo. Ni siquiera tienen una palabra para expresar el cuerpo sin alma. Nuestra doctrina sobre el más allá nace de la fusión de dos concepciones opuestas del ser humano, la judía y la griega. Nuestra predicación sería incomprensible para Jesús. La palabra que traducimos por alma quiere decir “vida” y la que traducimos por cuerpo, quiere decir “persona”.
Ahora bien, nosotros los cristianos hablamos y profesamos eso de la resurrección de los muertos. San Pablo en sus cartas y toda la tradición de la Iglesia nos predican sobre esa realidad. ¿De qué estamos hablando?
Como no es fácil de aclarar, vuelvo a la reflexión de Fray Marcos: -"La base de toda reflexión sobre el más allá está en la resurrección de Jesús. La experiencia que de ella tuvieron los discípulos es que Dios realizó plenamente en él la salvación. Jesús sigue vivo con una Vida que ya tenía cuando estaba con ellos, pero que no descubrieron hasta que murió. En él, la última palabra no la tuvo la muerte sino la Vida. Esta es la principal aportación del texto de hoy: “serán como Ángeles, hijos de Dios”.
Un paso más en la reflexión (Fray Marcos): -"¿Cómo permanecerá esa Vida que ya poseo aquí y ahora? Ni lo sé ni puedo saberlo. No debemos rompernos la cabeza pensando cómo va a ser ese más allá. Lo que de veras me debe importar es el más acá. Descubrir que Dios me salva aquí y ahora. Vivenciar que hoy es ya la eternidad para mí. Que la Vida definitiva la poseo ya en plenitud. En la experiencia pascual, los discípulos descubrieron que Jesús estaba vivo. No se trataba de la vida biológica sino de la Vida divina que ya tenía antes de morir, a la que no afectó la muerte."
Me voy a guardar toda esa reflexión que nos ofrecen los teólogos de hoy y voy a tratar de vivir con ese pensamiento de que lo que importa es el más acá. Que Dios me salva aquí y ahora... Y voy a tratar de vivir el momento presente dándole esa intensidad de Vida y de Salvación.
Con todo me veo obligado a rezar como lo hacía Tomás Merton: “Mi Dios y Señor, no tengo idea de hacia donde voy. No veo el camino delante de mí. No puedo saber con certeza donde finalizará. Tampoco me conozco realmente a mí mismo y el hecho de creer que estoy siguiendo tu voluntad no significa que realmente lo esté haciendo. Pero creo que el deseo de complacerte hace, de hecho, que te complazca. Espero tener este deseo en todo lo que estoy haciendo. Espero no hacer nunca nada lejos de este deseo. Sé que si actúo así tú me guiarás por el camino recto, aunque no puedo saber nada sobre ello. Por tanto confiaré siempre aunque pueda parecer que estoy perdido y en sombra de muerte. No temeré, tú estás siempre conmigo y nunca me dejarás solo frente a mis peligros”.
Texto del evangelio de LUCAS 20, 27-38
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